viernes, 8 de febrero de 2013

Gallo y Moronguita

Con gran expectativa esperaba el puente del febrero por dos cosas, primero la visita de Moronguita, uno de mis mejores amigos que vive en Guadalajara y en segundo lugar el Papa World Tour de Eliad Cohen.

Moronguita es de esos amigos con los que todo el tiempo estoy peleando y todo el tiempo nos estamos encontentando, su apodo surgió del hecho de que un tiempo trató infructuosamente de ser vegetariano y sucumbió a los placeres de la carne.

Pero regresando al tema de la fiesta, honestamente yo no hubiera ido de no ser por la pequeña y poco notoria obsesión de Mingo por Eliad, creo que fueron dos semanas antes cuando Mingo llenó su muro de Facebook de cuanta foto posteaba el israelí: Eliad sin playera en la playa, Eliad sin playera Starbucks, Eliad sin playera en la regadera, Eliad sin playera en el coche, Eliad sin playera tomando una siesta, Eliad sin playera... Eliad sin playera... ¡Eliad sin playera! Y fue en algún momento que me entró la curiosidad acerca de qué demonios hacía este dios del sexo judío en su gira mundial. Primero encontramos el spot del tour, que básicamente no enseña nada más que -adivinaron-. A Eliad sin playera.


Seguimos buscando en la red, la curiosidad, conforme pasaron los días se convirtió en necesidad el saber y como yucatecos lo buscábamos y lo buscábamos y no lo buscamos.

Mientras tanto en casa, Moronguita y su amigo a quien llamaré Gallo llegaron y se instalaron, compramos cervezas, salió el mezcal y tantita motita. Como es costumbre en nuestra casa entregamos juegos de llaves a los invitados para que pudieran hacer lo que tuvieran planeado. La única condición es: Sólo pueden meter guapos. Terminó el viernes y seguimos bebiendo durante la madrugada del sábado contándonos los chismes pertinentes de Twitter y conocidos mutuos. Honestamente no podía quitarle los ojos de encima a Gallo a quien había conocido un par de años atrás en una visita previa a la Ciudad de México acompañando a Moronguita. Sus ojos profundos, su tupida barba y su facha desaliñada. 

El sábado iríamos a una fiesta de cumpleaños y fue que al arreglarnos Gallo salió del baño con sólo una toalla mostrando lo que había logrado de trabajar dos años en el gimnasio, y vaya que los había aprovechado. Incluso tuve el atrevimiento de hacérselo saber provocando que se apenara.

La fiesta pasó y volvimos a casa. No es momento de hablar de lo que ocurrió después que llegamos a casa sólo Mingo, Gallo y yo.

Llegó el domingo y finalmente encontramos vídeos de lo que sospechábamos sería el Papa World Tour.

Mingo y yo nos preparamos y salimos rumbo a Ragga, originalmente llegaríamos a las once y media de la noche lo cual fue imposible ya que nos quedamos a tomar un par de cervezas con las visitas.

Debo decir que nunca habíamos ido a Ragga y fue un cambio refrescante a los lugares habituales. Nos encontramos ahí con un par de amigos y Alex Lo se encargó del warm up. Nadie sabía exactamente de qué se trataba el show pero obviamente todos estábamos expectantes del momento que saldría Eliad. Pasaba el tiempo y no había señales, la música plana pero a gusto nomás no dejaban a las tachas hacer su efecto. Fue hasta pasadas de las tres de la mañana que empezó el desmadre y finalmente salió Eliad Cohen a hacer lo suyo. Y sí, lo suyo es quitarse la playera, hacer unos cuantos pasos y muchas flexiones de bíceps. ¡Era una payasada! Pero de alguna manera una payasada encantadora. Dj Aron se hizo cargo de la música y levantó la fiesta.

El único pero que puedo ponerle a la noche es lo caro que está todo en Ragga. De verdad es ridículo.

Regresamos a casa casi a las siete de la mañana. Nos metimos a la cama y descansamos lo suficiente para estar disponibles para las visitas el lunes.

Moronguita se fue a media tarde y Gallo se quedó un día más. Estuvimos en casa sin hacer nada, sólo estando y eso tal vez fue lo que en Mingo y en mi provocó algo. La convivencia tranquila sin pretensiones hizo que nos enamoráramos de el. Fuimos al cine y regresamos. Nada pasó esa noche.

Prometí regresar temprano a casa el martes para poder despedir a Gallo y así lo hice. Nos despedimos sabiendo que algo había pasado, algo que disfrutamos los tres y que abrió una puerta la cual no sabemos a donde nos lleve.

Gallo tenía que tomar un vuelo y era no era momento de decirnos lo que pasaba detrás de los ojos, de explicar las sonrisas y los gestos, ya habrá tiempo.





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