lunes, 26 de mayo de 2008

The mirror

I shouldn’t have trusted in you, at least not in the way I did. It’s been three weeks since I’ve been hiding from every one, here alone in my studio, well let me rephrase, not alone, with this goddamn thing inside of me, running thru my blood. All the windows taped or blocked to avoid sun light to enter the room. –It hurt me, hunted me-. Listening to a godamn Oasis record, "Yes I need more time, yes I need more time, just to make things right"; playing over and over again like some kind of modern mantra.

Debí saberlo desde el momento que te vi mirando a esa chica en el Metro. Era anormal, prácticamente obscena. Sabías que te estaba observando. Y aún así, tomaste bien el tiempo, te acercaste a ella y le hiciste un comentario sobre el libro que venía leyendo. Thru several subway stations you picked on it, probably to have something to say when you were ready to make your move.

-¿Qué día es? –me pregunté mientras recordé a todos los clientes que dejé plantados. –Maldita sea, qué día es-. Estúpidamente olvidé que la computadora podría indicarme.

Realmente habían pasado tres semanas en las que desesperadamente buscaba alguna respuesta en la red. No había nada, sólo leyendas urbanas y uno que otro sitio que más bien rayaba en el fanatismo.

Miré a mí alrededor y me dí cuenta del desastre que era mi lugar. No tenía nada claro en la mente, parecía como si no hubiera sido yo el que estuvo ahí recluido durante todo ese tiempo. –No recuerdo haber pintado esto-. Pensé mientras miraba trazos sin sentido en la pared más grande que había en el lugar.

Parado frente al espejo del baño, no pude reconocerme, ni siquiera podía recordar que había comido durante mi retiro. Me veía delgado en demasía, pálido.

-Necesito salir de aquí-. ¡Había olvidado pagar las tarjetas!

domingo, 25 de mayo de 2008

La barra

Di unos cuantos pasos dentro. -Que diferencia de aquellos tiempos cuando se permitía fumar dentro de los bares. Claro, es una lata tener que salir cada que se te antoja chingarte a cancer stick. Aún así, es bueno por aquello de la salud y todo eso.

Efectivamente ya estaban ahí, pude ver que ciertamente me estaban esperando. Un lugar vacío. El grupo de jazz estaba ya en su lugar ejecutando rítmicamente su número. Definitivamente no quería que notaran mi prisa por llegar, por lo que en vez de ir directo a la mesa tomé la ruta más corta a la barra: -Un whisky, en las rocas y Perrier sin montar. Hice una pausa, el barman había tomado un vaso largo en lugar de un chaser: -¡Julio, sin montar quiere decir al lado! Tuve que repetir. Me miró y simplemente sonrió bajó el vaso y tomó de detrás de él el adecuado.

Le di un billete de cien pesos, mientras ponía frente a mí el trago y el agua mineral y con la mano hice un gesto para que tomara el cambio como propina. Levantó su mano dando las gracias y me miró a los ojos para llamar mi atención antes de que me diera la media vuelta y me reuniera con mi grupo. Volteó hacia el final de la barra para luego regresar a mi. Quería que viera algo, o más bien a alguien.

Y ahí estaba, la imagen perfecta de lo que podría tener esa noche si quisiera. –Este cabrón –pensé-. Sabes muy bien lo que me gusta. No pude más que sonreír mientras me mordía el labio. –Not today, I0’m not here for that tonigh. –Me dije a mi mismo tratando de convencerme de que no me interesabas.

Le di las gracias a Julio con una mueca y me fui a la mesa. Algo sucedió en mí mientras daba el primer trago y caminaba hacia donde mis amigos. La música se tornaba sorda, me sentí pesado, no puede evitar mirar hacia donde estabas, me estabas observando, más que eso: me estudiabas.

viernes, 23 de mayo de 2008

Pristilino

Ya en camino, mirando a la gente a través de la ventana del bocho. –Demonios, ni siquiera recogí los pedazos del celular. – ¿Me harían válida la garantía?

Quería llamarte, pero definitivamente no era una posibilidad, además, no quería verme desesperado, de cualquier manera, no tenía ni la más remota idea de tu número. ¿En que momento nos volvimos tan dependientes de las agendas electrónicas?

Mientras mis “profundos” pensamientos eran interrumpidos por la monotonía de “Baby te quiero, baby te quiero”; noté un letrero escrito en el tablero del auto: “Sólo cuates”. Definitivamente el taxista no era en lo más mínimo friendly, en ningún momento hizo el intento de tener alguna absurda conversación.

Miré mi reloj, ya eran quince pasadas las doce. –Aquí está bien, yo camino. Ya estaba a escasas tres calles. Algo había en el aire, y aunque me sentía atrapado en el cliché de una canción ochentena, definitivamente podía sentir que “algo había en el aire” esa noche.

El bar jasero, en el medio de un paso peatonal del centro, de los que le debemos al godman gobierno izquierdista, estaba en el sótano de un edificio grotescamente Art déco.

-Adelante, que gusto que hayas venido. Ya nos tenías muy abandonados.

Ni siquiera me tomé la molestia de mirar a la hostess mientras levantaba la cadena para dejarme entrar, burlándome, sin querer, de todos los wanna be hip que simplemente me miraron con esa envidia que da gusto sentir.

Por alguna estúpida razón pretendí pensar que estarías ahí. Obviamente no era así.

jueves, 22 de mayo de 2008

Getting the cab.

Eran casi las doce de la noche, -Damn it was late; I was so stupidly and unfashionably late. No había tiempo de tomar el subterráneo, caminé unas cuantas cuadras para llegar a la avenida y tomar un taxi. – ¿De dónde vendrá ese olor? Pensé mientras apresuraba el paso. Era molesto, no sabía exactamente que era pero estoy seguro haberlo olido antes. Traté de no prestarle importancia, pero por un momento cruzó por mi mente que tal vez era yo. Hice lo que cualquier hombre haría: I smelled my armpits. –No, no soy yo. Yo siempre huelo bien.

Sólo hacía un rato había tenido ese extraño sueño, no quedaba más que pretender que no me había hecho sentir raro, y tratar de pasarla bien. Miré el reloj. – Las doce cinco. – Ya deben estar ahí. I got my cell phone out and after struggling to write half a text message while walking, I realized I was at the avenue where I needed to get a cab. –Damn. El taxi venía, levanté la mano y el celular simplemente resbaló, y claro, el taxi se detuvo justo sobre de él, haciéndolo pedazos. –Maldita, maldita, maldita sea. What the fuck is your point?-. Dije mientras miraba al cielo.

Debo aclarar que no soy materialista al grado de que mi vida termine por un celular arrollado, pero: Hay límites.

Algo extraordinario ocurrió, justo en el instante que el celular caía de mis manos, una polilla, una maldita y desagradable polilla se posó sobre mis dedos. Inevitably the goddamn usual thought crossed my mind. –Damn, I look hot tonight.

Me subí al tapsi, perdón, al taxi. –Al centro, a Motolinía.

-Claro que sí güerito. Respondió el taxista con esa familiaridad que siempre me ha molestado.

Esa maldita costumbre de… Ni soy güerito ni estoy güerito…

Trataba de no poner atención a la música, y mucho menos a los identificadores: “La bien parada”. –Who the heck names a radio station like that?! No había mucho tráfico y sería cuestión de 20 minutos, así fue que tarde y sin comunicación, consternado por el estúpido sueño que había tenido, con restos de polilla en los dedos, pero que más da. Había llegado.

martes, 20 de mayo de 2008

Al fin desperté.

Abrí los ojos y me dí cuenta que había dormido de más, no sé exactamente cuánto tiempo, pero al fin desperté. Y estabas ahí, al pie de mi cama, me sentí distinto, cansado, atrofiado.

Traté de levantarme, dar unos cuantos pasos, y simplemente no pude, caí al suelo. –Demonios, tendría que tomarlo con calma.

No dijiste nada, sonreíste con esa estúpida sonrisa tuya, llena de amor y recelo. -¿Cuánto llevas aquí? No respondiste. Me sentía distinto, no mejor, no peor, sólo distinto.

Mientras yacía en suelo mi corazón latía perezosamente, inhabilitado después de tanto tiempo. No pude contenerme y lloré. No era de tristeza ni de felicidad, sólo tenía que llorar.

Miré mis manos y pensé: Qué importa, al fin, tengo todos mis deditos.