lunes, 17 de junio de 2013

El Vecino Oportuno

Fue hace unos meses cuando por medio de una de esas redes de putería que me contactó un vecino que aparecía extremadamente cerca: 248 m decía el indicador de distancia. No se miraba su rostro, aparece de espaldas mostrando su lampiña y musculosa espalda en perfecta V, sus voluminosos triceps ligeramente marcados por el esfuerzo casual de recargar las manos en los bolsillos de unos jeans llenados a la perfección por sus muslos y su trasero arremangados a las rodillas, la cabez rapada ligermanete mirando al piso y eso era todo, o suficiete para llamar mi atención.
Siempre me ha costado mucho trabajo hablarle a hombres que se ven así, porque seamos realistas casi siempre son esos perfiles en las aplicaciones móviles de ligue que nunca responden. ¿Qué buscan esos dioses del sexo en estos cuartos inexistentes donde el anonimato prevalece? Miraba y miraba su única foto y honestamente lo hice durante varios días hasta que una noche en una borrachera casera con Mingo me animé a mandarle un mensaje.
“¡Wow con tu espalda!”
No esperé respuesta, pero pasaron dos días y la hubo. Un “hola cómo estás” y la ritual letanía las preguntas impersonales que evidentemente traté de hacer no monótona para mantener su atención. Mi estrategia era simple, ser amable y no mostrarme idiotizado por su físico como seguramente todos lo hacen una y otra vez. Continuamos la charla sin materia durante un par de días, intercambiamos algunas fotos, los mensajes subieron de tono una vez que nos mostramos desnudos y finalmente me dijo que deberíamos vernos. Al parecer mi plan había funcionado y me emocioné.
Es rubio y tengo un problema con los rubios entre más güeros sean, mejor. La textura de su piel es distinta, su olor, el sabor sus besos que son una mezcla entre leche y algodón de azúcar.
Pasaron dos semanas y fijamos un día y una hora para vernos, convenientemente elegimos la hora de la comida, por lo que tendríamos un par de horas para hacernos todo aquello que nos habíamos prometido.
Finalmente llegó el día y la hora. Quedamos de vernos justo en la esquina de mi casa a las dos de la tarde. Me había mandado mensaje de que ya estaba en camino. Me senté en una jardinera debajo de un árbol para guardarme del calor que estaba insoportable. Esperé unos minutos y nada. Dieron las dos y diez y no había llegado. Comencé a sospechar que tal vez el vecino de la foto no llegaría.
Seguí sentado, esperando, recorriendo el time line en Twitter pendejeando mientras deseaba recibir alguna noticia. Fue cuando noté que alguien que yo había visto, un vecino que oportunamente estaba parado a unos metros de mí. Un rubio muy musculoso a quien llamaré “O” con quien yo me había coqueteado en el gimnasio al que iba antes y que casualmente también es vecino nuestro. Me reconoció y sólo levantó una ceja a manera de saludo, dio la vuelta en la esquina y se perdió. Volví mi atención al teléfono para ver si tenía mensaje del Dios menonita que estaba esperando, pero nada.
Volví a mirar hacia la marabunta de gente que pasaba, los coches, de nuevo al celular buscando algún mensaje y apareció O una vez más que volvía a pasar, pero esta vez del otro lado de la calle y me miró fijamente, sonriendo, pero sin detenerse. De nuevo al celular y nada. Ni un maldito mensaje. Seguro me iban a dejar plantado.
Evidentemente me llamó la atención verlo nuevamente, pero mis pensamientos regresaron a mi fallida cita cuando por detrás de mí O llegó y se detuvo descaradamente a mi lado. Sin ponerme de pié y ahora sin voltear a verme me habló.
-Hola ¿qué haces?– preguntó.
-Espero a un amigo.
-¿Ah sí? ¿A un amigo o un ligue?– sonrió.
-Un amigo.–mentí, mientras miré una vez más el teléfono ahora para ver un mensaje.
“Ya estoy a unas  cuadras, perdón voy tarde”
-¿Y por qué no le marcas a tu amigo?– dijo mientras subía la pierna a la jardinera en la que estaba yo sentado mostrando su paquete debajo de sus licras azul rey que le cubrían hasta la mitad del muslo mostrando músculos. -Anda, márcale igual no va a venir.-
-Ya me mandó mensaje… viene en camino.- dije inevitablemente ansioso.
¿Será que en realidad era él al que estaba esperando y por alguna razón me jugaba una broma estúpida en la que me tenía claramente acorralado?
-Pues te haré compañía mientras él llega.– dijo casi riéndose a carcajadas. -Y bueno, ¿a qué te dedicas?
-Me hago cargo de una sex shop en Internet.– honestamente estaba nervioso, incómodo, hipnotizado por su palidez y su cabello y cejas amarillas, sus ojos azules y la erección que tenía y que mostraba un evidente Príncipe Alberto.
-¡Uy! Seguro tienes una colección enorme de juguetes.
-No en realidad no, lo que sí tengo son muchos lubricantes. –putamdre, por qué demonios le dije eso.
Volvió a reir y pude notar que cualquiera que hubiese sido el juego que estábamos jugando yo estaba punto de perderlo.
-Pues si mejor me hubieras enseñado tu colección de lubricantes en lugar de estar aquí esperando a “tu amigo” ya hasta hubiéramos cogido. ¿No crees?
Y yo que pensaba que era un golfo. Me dieron una lección de cómo ser un golfo de verdad. Quedé mudo por un momento, me puse rojo de la pena y de algún lado encontré la entereza para responderle que fuéramos a mi casa.
Al terminar miré el teléfono y tenía un mensaje de mi vecino:
“Disculpa, choqué y a penas me voy desocupando.”

Todavía hoy no sé si O es la misma persona que estaba esperando o en realidad hay un vecino a 282 m de distancia que ya no responde mis mensajes. 

lunes, 27 de mayo de 2013

La Orgía

Hace tiempo, no sé cuanto en realidad, recibí por error un mensaje a mi celular que iba dirigido a un homónimo: Hola, te invito a una "fiesta" tal día.
Lo más curioso de todo es que sí tenía registrado a quien enviaba el mensaje pero honestamente no tenía idea de quién era. Así que respondí.

"¿No hay problema con que vaya mi novio?"

"Pues si ustedes no tienen problema, nosotros tampoco"

Comenté con Mingo la situación y después de platicarlo decidimos ir. Estuve investigando sobre quien era el que mandaba el mensaje y después de indagar un poco resultó ser un bombero a quien no tenía el gusto de conocer en persona pero que por alguna razón (y sigo sin saber como fue) tenía mi número de teléfono y yo el suyo.

Llegó el día y la hora y volvimos a platicar si iríamos o no, era muy cerca de casa así que no teníamos nada que perder. De camino pasamos a un 7Eleven a comprar un six de cervezas y caminamos, creo que yo más nervioso que el. Nunca he sido fanático de las multitudes en la cama (cuatro no son una orgía, ni cinco), es más ni los cuartos oscuros me gustan.

Finalmente llegamos y dudamos, pero finalmente tocamos y fuimos recibidos por el dueño de la casa. Entramos y fue como meternos a mitad de una escena porno, ya todos estaban muy acomodados unos con otros y no... no vi ninguna cara conocida. El Nos llevó a la cocina donde dejamos las cervezas y nos dio una bolsa para guardar nuestras cosas la que el guardaría en su recámara.

No puedo negar que los nervios me ganaron, afortunadamente había tomado algo por si los nervios llegaban y el tiliche decidiera jugar a la tortuga así que con toda la seguridad que da el viagra me dejé sólo la ropa interior. Mientras eso pasaba el anfitrión fue a buscar a quien me había mandado el mensaje y efectivamente no nos conocíamos. Me explicó que se había equivocado de Víctor pero que bueno ya estábamos ahí y que nos la pasáramos bien. Fueron las únicas palabras que crucé con el en toda la noche.


Al parecer casi todos se conocían excepto por unos cuantos y nosotros dos, en total éramos unas diez personas y la acción era intensa. El departamento estaba acondicionado para la fiesta. Los sillones de la sala estaban cubiertos con sábanas blancas y en una de las recámaras había un colchón grande en el piso. No estaba completamente a oscuras, en la sala la pantalla de butimil pulgadas obvio pasaba una película porno y había música electrónica sonando a un volúmen adecuado.


No sé si fue porque era mi primera vez o por los cuatro tipos con penes gigantescos que eran las estrellas de la noche, pero estaba cohibido. Ni siquiera tenía ganas de interactuar. Supongo que se me notaba porque más de uno me preguntó si era mi primera orgía. Decidí no hacer nada y relajarme y ver. Total todos estaban muy entrados en lo suyo y definitivamente no parecía molestarles que observara. Además el papel de pasivo de la noche estaba ya ocupado por un cabrón hermoso a quienes todos le habían dado y no soy yo quien para quitarle el spot light.

Me senté en un sillón, me senté en el otro, fui a la recámara... me dejé toquetear, toqué y cuando finalmente iba a tener acción:

-Oye ¿cogemos? -Finalmente una invitación-. Pero sólo cojo a pelo. 


Y sí, me di cuenta que casi todos estaban cogiendo a capela. 

Fin de la función para mi. 

No puedo negar que una vez que puse atención y vi la acción bareback me excité mucho más y al menos logré jalármela a gusto. No lo critico y no digo que nunca lo haya hecho, pero neto ¿en una orgía? Eso era una fiesta de SIDA.

Pasaron dos horas y yo estaba empezando a aburrirme, definitivo: Las orgías no son lo mío... Trios, cuartetos y hasta quintetos pero ya más la verdad es que no sé que hacer con tanta reata. Me encontré con Mingo en la cocina y le pregunté si estaba listo para irse a lo que respondió que sí.

Dimos las gracias y regresamos a casa felices, sí, de haber vivido la experiencia.

viernes, 10 de mayo de 2013

Mommie dearest

Un diez de mayo más en el que inundarán las redes sociales con textos que hablarán maravillas de sus madres. ¿Por qué les encanta presumir cuanto las quieren? -Es algo que yo no entiendo. 

Tal vez por que en mi caso a diferencia de muchos de ustedes la relación con ella no es la que generalmente tienen los homosexuales con sus madres, en realidad con quien siempre tuve una excelente relación fue con mi padre, tanto así que fue con el con quien salí del closet.

El primer recuerdo que tengo de ella es tan... Mejor ustedes juzguen.

Cursaba yo el segundo año de kinder y mi madre tenía una queja constante, me tardaba demasiado tiempo, a su parecer, para hacer la tarea. Una vecina le recomendó un método para corregirme: Me daría dos horas para terminar la tarea y transcurrido este tiempo me quitaría los libros hubiese terminado o no. 

Recuerdo haberme esforzado como nunca hacía planas de bolitas y palitos como nunca antes lo había hecho y aún así no era suficiente. Me había puesto justo frente a mis cuadernos un despertador de esos antiguos con campanitas arriba y el tiempo pasaba... -Tic, tac, tic, tac-. Seguía y seguía la mano me dolía y el segundero se escuchaba cual pasos de gigante -Tic, tac, tic, tac-. Daba vueltas a hojas y hojas pero el despertador seguí distrayéndome haciendo que mi mente volara como siempre. Supongo que en esos tiempos los trastornos de atención eran completamente desconocidos pero siempre tuve problemas, veo una cosa que brilla o una ardilla con cola peluda y ya valió madres. Es por eso que siempre estoy haciendo tres cosas al mismo tiempo.

-Tic, taaac, tic, taaaaaaac.


Pasaron las dos horas. De verdad sentí que el mundo terminaría en ese momento (Lo siento siempre fui muy ñoño y la tarea era importante para mi). Recuerdo perfectamente que ella estaba al teléfono y pidió un momento, se acercó y cerró cuadernos y libros, los tomó y se los llevó. Yo lloré. Se los pedí de vuelta, le dije que me diera una oportunidad más para terminar y se negó.

Al otro día rumbo al colegio en el Ford Fairmont azul de mi padre saqué discretamente los cuadernos de la mochila, llorando en silencio traté de continuar con la tarea hasta que fui descubierto por ella que iba en el asiento delantero volvió a retirarme el cuaderno y no me lo devolvió hasta la puerta de la escuela.

Ya en el salón el estrés se apoderó de mi, nunca había fallado con la tarea y cuando al final de la clase nos pidieron los cuadernos y libros fui con la maestra quien se sorprendió al ver mi tarea incompleta. Le expliqué lo que había ocurrido. Ella se enfureció y luego supe que le había llamado a mi madre para reprenderla.

Obvio no lo tomó nada bien, todo lo contrario; se molestó porque la había puesto en ridículo.

Y ese es el primer recuerdo que tengo de ella.

Durante mis años de infancia fuimos cocinando a fuego lento un caldo de odio muy bien sazonado. Siempre fui de naturaleza curiosa y para mi era casi como arqueología entrar a su recámara y ver que había en los cajones. Debo decir que conforme pasaron los años me volví un experto en revisar cualquier cosa sin dejar rastro, pero mientras desarrollaba esa habilidad lamentablemente fueron muchas veces las que fui sorprendido y reprendido severamente. Nunca con golpes, pero sí con muchos castigos y regaños.

Otra de mis grandes hazañas y creo fue la única vez que recibí nalgadas de parte de ella fue cuando tuve la gran idea de invitar a salir a mi vecina del departamento seis de una manera original. Tendría unos diez años y me subí a la azotea del edificio donde vivíamos, tal vez no medía yo el "peligro" de estar en la azotea del edificio que por cierto tenía un muro de un metro de alto por unos treinta de ancho que me protegían del borde.

En la punta de un carrete de hilo amarré un corcho con una nota: ¿Quieres salir a jugar?

Bajé el corcho hasta la ventana de mi vecina (dos pisos) y lo balancé un poco para que tocara su ventana. Al parecer no estaba en su recamara porque nunca respondió. Desistí y regresé al departamento donde ya enojada me esperaba mi madre.

-¿Dónde estabas?
-En la azotea -respondí.
-¿Y qué hacías ahí?
-Subí porque le iba a enseñar algo a Karla -no pude nunca imaginarme lo que pasaría por su mente, en ese momento enfureció y comenzó a nalguearme-. Sólo quería invitarla a a jugar -dije mientras lloraba.

Luego de varios golpes finalmente no pude más y le enseñé el corcho, la nota y el hilo y le expliqué lo que había hecho. Más tarde supe por mi papá que lo que en realidad ella escuchó fue: Subí a la azotea para encerrarme con Karla en el baño de las sirvientas para enseñarle mi pene y que ella lo tocara.

Nunca logró entender porque no simplemente pude ir a su casa y tocar a la puerta como cualquier niño normal. Pequeño detalle, nunca he sido normal.

Durante mi adolescencia su preferencia por mi hermano mayor fue cada vez más evidente y todo se agravó cuando salí del closet. Pero esa mis bodoquitos es otra historia. 

Y antes de que piensen cualquier cosa, no la odio, no le guardo rencor. Al rato como todos ustedes iré a verla y comeremos juntos como adultos civilizados hasta que mi partida es indicada por sus consejos sobre como debo vivir mi vida.










martes, 19 de marzo de 2013

¡Me voy a agrandar el pene!

Bien es sabido por todos los homosexuales que size does matter, y aunque en realidad mis 17 centímetros nunca me han quedado mal ni tampoco han provocado quejas seamos honestos ¿a quién no le gustarían unos centímetros más? Como parte de muestras de productos de proveedores llegó a mis manos un artículo que definitivamente tenía que probar: Size Matters Enlarger de XR Brands.


¿Cómo funciona?
De acuerdo al manual (gracias a Dios que trae uno) "el Enlarger aumenta tanto la longitud y circunferencia del pene mediante tracción, desde sus barras de acero con muelle, para ayudar a la capacidad natural del cuerpo para cambiar y desarrollarse bajo la influencia física. Si se somete el pene a constante estiramiento las células comienzan a dividirse y multiplicarse, aumentando así la masa del tejido. Esta es una técnica similar que Tribus africanas han estado utilizando durante años para ampliar sus orejas y los labios."

Sí, suena muy medieval... y de hecho el aparatillo tiene un aspecto de aparato de tortura. No promete cambios imediatos, pero dice que en 30 días ya hay resultados (esperemos que no se caiga antes) y el tratamiento completo según el tamaño deseado puede durar hasta seis meses. El tiempo de uso inicia con tres horas al día y se aumenta hasta nueve a partir del día 23 con descansos cada tres horas.

¿Cuánto dice que crecerá?
Según lo descrito en la página, los clientes que lo han usado constante y correctamente reportan crecimiento de una a tres pulgadas, lo que en español es un máximo de 7.62 centímetros más...

Entonces si tengo un promedio de 17 y digamos que soy de los casos de éxito... ¡Santas trompas de elefante! 24.62 centímetros... Nada despreciables me imagino. Aunque honestamente con tres centímetros me sentiría más que satisfecho.

Así bien, el viernes saliendo de la oficina corrí para probarlo y empezar el milagroso tratamiento. Llegué a casa y leí cuidadosamente las instrucciones (no queremos accidentes) y lo puse. Aquí está el diagrama que viene con el manual:



1. Inserte el coso que detiene el jalador del tiliche.


2. Ponga el jalador del tiliche en su lugar, no hay pierde.


3. Inserte el tubito de silicona que mantiene el tiliche lejos de usted.


4. Jale hacia abajo, con cuidado, esta es la parte complicada ya que puede pellizcarle la piel y duele.


5. Meta el resto de la manguerita en los detenedores de manguerita.


6. Después de la primer semana dele tres vueltas a los ajustadores de tamaño para ir agrandando poco a poco el tiliche. Es muy importante que sea poco a poco no quiera darle veinte vueltas de un jalón ya que el tiliche podría caerse... supongo. 

Al principio es complicado y hasta da un poco de miedito pero con cuidado y paciencia lo conseguí. Pasaron las tres primeras horas y honestamente no es algo a lo que no se pueda uno acostumbrar. Hasta tomé una siesta con el.

El sábado decidí dividir las tres horas en dos partes, lo mismo que el domingo y el lunes.

Después de tres días ya soy casi un maestro para ponérmelo, lo único es que todo el tiempo tengo la sensación de que ya se zafó y me lo estoy revisando cada diez minutos, supongo que es cuestión de acostumbrarse a traerlo puesto. 

Obviamente no he visto resultados ni manchas extrañas, heridas ni nada por el estilo así que lo seguiremos usando y esperemos que pronto les esté reportando resultados positivos.

Cada siete días estaré reportando resultados en mi cuenta de twitter @ayMostro para que estén pendientes.

jueves, 7 de marzo de 2013

Lucha Turca En Aceite

Las luchas turcas con aceite son un deporte totalmente legítimo.

Así pues la premisa de la lucha con aceite es: Cubrirse de aceite de oliva completamente.


Necesitas mucho aceite.


Este muchacho puede que que no esté bien aceitado.


Este muchacho sí está adecuadamente aceitado.


Escoge a un amigo. (Tomarlo de la mano es opcional)


Es importante unirse a un equipo.


Y empezar a luchar.



Sí, a luchar.


El objetivo es agarrarse del kisbet de tu oponente, son esos pantalones especialmente hechos.



La mejor manera de ganar es meter el brazo completo dentro de los pantalones del otro.


Y en realidad están luchando. ¿Ven?


Cristo poderoso. ¡Se van a lastimar!


Y así es como termina.


O así.


Y a veces ganar se ve así.


Y otras veces así.


¡Yei! Ganaron chavos.


Pero los luchadores no guardan rencor. Es anti deportivo.


 Siempre se puede ser amigos.


Así que gracias luchadores turcos en aceite por existir. 


¡GRACIAS!




De nada.




P.D. Aquí hay un video ilustrativo.

 




Es la primera vez que hago esto y no pretendo llevarme el crédito, pero decidí hacer la versión en español de esta nota que tan amablemente un peli rojo me hizo llegar desde http://www.buzzfeed.com/


lunes, 25 de febrero de 2013

Cincuenta Sombras de Mostro

sadismo.
(De D. A. François, marqués de Sade, 1740-1814, escritor francés).
1. m. Perversión sexual de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad en otra persona.
2. m. Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.

masoquismo.
(De L. von Sacher-Masoch, 1836-1895, novelista austriaco).
1. m. Perversión sexual de quien goza con verse humillado o maltratado por otra persona.
2. m. Cualquier otra complacencia en sentirse maltratado o humillado.

Es difícil tratar de poner en orden mis ideas después de la experiencia que viví hace unos días y por las definiciones que puse creo que les he dado una pista muy clara de lo que tratará esta historia. Es probable que más de una ceja se levante y algunos de ustedes, los que me conocen en persona, no me vean después de leer esto, de la misma manera.

Tenía meses que había algo que estaba dando vueltas en mi cabeza y buscaba respuestas en Internet sin conseguir resultados satisfactorios. Sin entender exactamente de qué se trataba tenía una palabra clavada en mi mente: Bondage.

El bondage, según Wikipedia, es la práctica de atar a una persona con fines sexuales, estéticos o placenteros.

No es algo que uno encuentre casualmente en su Facebook, pero digamos que en mi caso así fue. Ni si quiera recuerdo como salió el tema pero Kris me dijo que el practicaba el BDSM y no pude más que preguntar y preguntar, poco a poco la conversación se transformó en fantasía y terminó diciéndome lo que podría hacerme a mi. Y me gustó lo que vi en mi mente. Me di cuenta lo serio que Kris tomaba el asunto lo cual me dio confianza.

No pensé que tendría lo que sea que se necesite para llevarlo a cabo pero Kris y yo hicimos una cita. Estaba dispuesto a enseñarme, pero sólo hay una manera de aprender.

Alto, moreno y de cara recia, me encontró cerca de su casa, honestamente yo iba nervioso, ansioso y se me notaba. Kris no dejaba de preguntarme cómo me sentía, qué sentía, que yo fuera completamente nuevo en esto de alguna forma lo alimentaba y lo seducía. Trataba de calmarme con su voz grave y profunda y ponía sus manos, grandes, en mis hombros mientras caminábamos.

Kris tenía hambre y nos detuvimos a comprar unas pizzas para después ya que me daría mucha hambre, pidió al dependiente que las llevaran, no las esperaríamos. 

Estaba sorprendido de la dulzura con la que me hablaba, yo hubiera esperado más rudeza, pero afortunadamente no fue así. Seguimos caminando y hablábamos, o más bien, yo le preguntaba casi como entrevista todo lo que venía a mi mente. Me habló de como se inició, de los amos que había tenido, de su bisexualidad, de lo serio que toma todo este asunto y de los años que lleva practicando y aprendiendo.

Llegamos al edificio y Kris avisó al portero que en unos minutos llevarían unas pizzas, habíamos olvidado comprar sodas así que salimos nuevamente no sin antes preguntar al cuidador si quería algo a lo que respondió que una Coca estaba bien.

Mis nervios ya no eran nervios, era expectativa.

Regresamos al edificio y ya en el elevador por segunda vez notamos que no le habíamos entregado el refresco al portero así que una vez más salimos. Era obvio que los dos teníamos una cosa en la mente y no era la Coca-Cola del muchacho.

Finalmente entramos al departamento, no había columpios ni cadenas, un pequeño comedor rústico en el centro de lo que debería ocupar la sala ausente. Me llevó a su recámara donde un colchón king size sin base estaba en el piso. Supuse que eso tendría algún fin práctico, aunque tal vez sólo fuera que no la ha comprado. Nada de sábanas negras ni cuadros satánicos colgados, no había látigos ni esposas a la vista. De hecho es una recámara muy... seré honesto: Normal.

Llegó la pizza y había que recibirla.
-Sólo estaba esperando que llegara y ahora sí, ninguna interrupción más -Me dijo con su tono tranquilo mientras cerraba la puerta de la recámara.

Todavía podía echarme para atrás, no quería y no lo hice.

-¿Tienes alguna pregunta? -Tenía miles y no encontraba la manera de hacerlas.
-¿Qué pasa si algo no me gusta? -Ya habíamos hablado de lo que me iba a hacer, pero le había pedido también que me sorprendiera. Y lo hizo.
-Tenemos que poner algunas reglas. Primero hay que poner una palabra clave para detener todo. Siempre estaré preguntando si estás bien, si es así me dices "verde", "amarillo" si estás llegando a tu límite y "rojo" si ya es tu límite.
-De acuerdo.

Abrió su closet y de un cajón sacó una cuerda gruesa y un collar de piel. Colocó un banco frente a la puerta del baño el cual tenía un gran espejo reflejando el marco de la puerta. Apagó la luz del cuarto dejando sólo encendida la luz del baño. Se sentó y me acercó hacia el. Me desabotonó la camisa mientras estudiaba mi piel; se puso de pie y se colocó detrás de mi volteándome hacia el espejo para que pudiera mirarme. Mirándome a los ojos me puso el collar. Dejó que me observara y así lo hice. Sonreí.

Tomó la cuerda e hizo un complejo nudo en mi muñeca izquierda, luego la derecha y pasó la punta de la cuerda por el arito del collar donde supuse va una correa.
-¿Las manos bien?
-Sí -Respondí entrecortado mientras la adrenalina comenzaba a hacer efecto.

Tiró de la cuerda y mis manos subieron por mi espalda mientras mi cabeza inevitablemente se echo hacia atrás.

Me quitó los pantalones despacio, con cariño. El no se quitó la ropa. 

-Ve a la cama, boca abajo -Dijo tranquilo pero con voz de mando.
Así lo hice.

A buena hora se me había ocurrido llevar botines, la expectativa se acumulaba y el tiempo que tardó en quitarme los zapatos pareció eterno. Se dirigió nuevamente al cajón del closet, traté de ver qué sacaría pero me ordenó no hacerlo. Boca abajo y atado de las manos estaba empezando a entender de qué se trataba esto.

Se sentó sobre mis piernas y no hizo nada, sabía que me estaba observando, me examinaba y fue entonces cuando vino la primera nalgada. Gentil, probando la resistencia de mis glúteos, luego vinieron más, cada una más fuerte que la anterior, pero acompañadas de caricias y besos.

-¿Cómo vas, verde todavía?
-Sí -Contesté mientras jaló de la cuerda para arquearme y acercar mi nuca a su boca.
-Bueno -Dijo mientras agitaba algo que después supe se llamaba Flogger sobre mi espalda y nalgas-. Ya me dio calor -Se quitó la playera.

Me acarició con eso que no podía yo ver que era, el misterio me agitaba, me acariciaba con lo que parecían tiras de piel.
-Respira profundo. 
Y entonces vino el golpe. Directo y fuerte, certero, pero no fue violento. 
-Otra vez.

Vino el segundo en la espalda a la altura de los hombros. El tercero. El cuarto. Dejé de contar. Volvió a agitar el mango del flogger para que las tiras hicieran ruido, un ruido que me ponía ansioso, quería más.

-Dame un número del 20 al 30 -Puso fuertemente su antebrazo sobre mi espalda empujándome hacia el colchón. Decir treinta sería pretender quedar bien así que dije veinte tres sabiendo lo que vendría después.
-Uno -Dije en voz alta después del primer golpe-. Dos, tres, cuatro, cinco, seis -Seguí contando mientras golpeaba cada vez más rápido y fuerte-. Veintidós.
-¿Estás seguro? -Preguntó mientras jalaba la cuerda-. ¿Quieres empezar de nuevo?
-Estoy seguro -Estaba convencido-. Veintitrés.
Siguió golpeando.
-Esos fueron para mi.

Me desató las manos.

-¿Sigues bien?
-Sí -Dije sorprendido de haber llegado hasta ahí.
-Párate y ponte en la puerta del baño, estira los brazos y agarra el marco de la puerta.

Podía verme, desnudo frente al espejo. No podía creerlo todavía. Sólo podía ver su rostro cuando se acercaba a mi por detrás para suspirar en mi oído.Mi cuerpo tenso mostraba mis músculos, me gustó lo que vi. 
-Agacha la cabeza pero quiero que te sigas viendo.
Pensé que los varios años en el gimnasio estaban dando fruto. Mi introspección fue interrumpida por otro golpe del flogger, una nalgada más, luego otra, una caricia, un beso en el cuello. Tomó mis pezones duros como piedras mientras golpeaba una y otra vez. Kris no decía nada, sólo suspiraba. No logro recordar si tenía una erección o no, pero lo estaba disfrutando.
-Mírame a los ojos cuando te pegue -Me ordenó y lo hice.

Siguió.

-Ve a la cama, ahora boca arriba.

Lo hice, trataba de no hablar pero inevitablemente comentaba algo sobre lo sorprendido que estaba.

Con cuidado sin dejar de admirarlo, sin dejar de ver sus ojos, su expresión serena y tranquila pero llena de excitación. También lo estaba disfrutando.

Se hincó y flexionó mis piernas, las separó y tomó nuevamente la cuerda. Ahora sí tendría oportunidad de ver cómo lo hacía. Tomó mi muñeca izquierda y comenzó a hacer una intrincada serie de nudos en cadenas, tres en total que quedaron como una especie de brazalete. Me excitaba ver el detalle con el que iba tejiendo y como se conectaba cada cruze de la cuerda. De la muñeca se fue al tobillo izquierdo. Con otra cuerda ató el lado derecho y después al cuello. Yo me mantenía mudo y sólo respondía con un "sí" cuando me preguntaba si estaba todo bien.

Se levantó una vez más y admiró su obra. Volvió al closet y sacó una vela roja. La encendió y me miró a los ojos.

Dejó caer una gota de cera sobre mi pecho, luego un par más cerca de los pezones. Quemaba al tocar la piel pero inmediatamente se enfriaba y se endurecía. Me retorcía un poco, intentaba tocarlo y no me dejaba. No me lo había ganado.
-Deja de moverte -Me quedé quieto, sólo lo miraba a los ojos. Había cariño ahí, no violencia, había deseo.

La cera continuó cayendo en mi torso y tu ve una erección. Mi cuerpo estaba respondiendo mientras mi mente seguía, todavía luchando por tratar de hacer sentido de lo que estaba pasando. Por momentos lograba rendirme, entregarme por más ñoño y trillado que suene al placer. Por qué aunque yo no estuviera consiente de ello mi cuerpo cada vez más reaccionaba y la erección era cada vez más fuerte.

Estaba llegando a mi límite y Kris lo podía ver.

Se apagaron las velas y pensé que había sido yo al jadear.
-Fui yo. Ya fue suficiente -Jaló de una de las puntas de la cuerda deshaciendo todo el tejido de nudos. Me quitó el collar y me abrazó.

En ningún momento hubo violencia, no hubo insultos ni humillaciones, sólo hubo acuerdos y experimentación, auto conocimiento y placer.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Si no lo haces en la vida real...

Es muy chistoso cómo actúa la gente al tratar de ligar o conocer a otros en las RDP (Redes de Putería). ¿Se imaginan si la gente se portara igual en la vida real? 

Pongamos como escenario un bar cualquiera, como esos a los que todos vamos de vez en cuando, están parados disfrutando una cheve cuando de pronto se les acercan los siguientes tipos para tratar de ligárselos:

Pretendiente 1: El persistente.

-Hola
-Hola
-Hola
Tu lo ignoras porque no es tu tipo.
-Hola
-Hey
-Hola
Sigues ignorando
-Hola
-Ola k ase? Me ignora o k ase?
-Hey
Te mueves de lugar y te sigue
-Hola
-¿Cómo estás?
-Hola

Finalmente tomas el banco más cercano o una mesa y se la revientas en la cabeza.

-¿Hola?

Pretendiente 2: El directo

-Hey ¿cómo estás?
-Bien aquí tomando una cerveza.

Y en ese momento el susodicho se desnuda, lo que su equivalente en Grindr sería que te envíe una foto de su gran miembro o sus nalgas.

Pretendiente 3: El que tiene novio.

-Hola.
-Hola.
-Sólo busco amigos ya tengo novio.

Te dice mientras hace algún baile erótico.

Pretendiente 4: El perico.

-Hola.
-Hola -Dices ya molesto por los anteriores acercamientos.
-Que guapo. ¿A qué te dedicas?
-Escribo
-¿Ah sí? ¿Y qué escribes? ¿Novelas? ¿Cuentos? Yo creo que una novela.
-Escribo poemas.
-¿De qué tipo de poemas? ¿Poemas épicos? ¿Poemas líricos? ¿Quién es tu poeta favorito? Uy de seguro eres un experto en gramática. ¿Sí estoy hablando bien? Bueno no importa, pero sí me entiendes ¿no?

Pretendiente 5: El intenso

-Te la mamo.
-No gracias.
-Te cojo.
-No gracias.
-¿Entonces qué quieres, lo que sea?
-Mmmm... joyas.

Pretendiente 6: El torso

-Hola
Volteas y ves horrorizado a un hombre sin cabeza, tiras la cerveza y sales corriendo del lugar.

La moraleja: Si no lo haces en la vida real entonces no lo hagas en las RDPs.