miércoles, 13 de enero de 2010

Un Escarabajo, Frío y Harto Arte.



El domingo 10 de enero fue uno de esos días que uno se levanta con ganas de aprovechar los tres tristes rayos de sol que salieron. Así que después de preparar un delicioso desayuno dominguero (la lasagna vegetariana de la noche anterior) decidimos llevar de paseo a nuestra visitante Ms. D y recorrer algunos museos de la zona Reforma-Polanco.

Piegra y Ms. D se adelantarían ya que yo había quedado de ver al Escarabajo en el Vips de Insurgentes y Reforma. La historia del Escarabajo se remonta ha hace ya casi diez años cuando recién había regresado de vivir en Cancún y en una tarde chelera nos conocimos en El Mesón del Buen Tunar (creo que no he vuelto a pararme ahí desde entonces). Mientras traba inútilmente de conectarme via GüiFi al mentado Prodigy para enviarle un texto que queremos sea revisado por el editor de cierta revista (no les cuento si no se ceba) nos atendió una mesera verdaderamente amable. Platicamos sin mayor detenimiento de nuestra semana, adicciones, ex-adicciones. Recientemente el Escarabajo decidió dejar el closet (al menos ya aceptó que no es bi, que sí es puto) y no ha sido tan fácil, hallando muy respetable el hecho de que sea algo que prefiere mantener en secreto siendo una figura pública (obviamente no les voy a decir quién es).


Justo terminando nuestra charla recibí la llamada de Piegra avisándome que estaban apenas saliendo de la casa lo que me dio tiempo perfecto para encontrarlos fuera del Museo de Antropología.
Nuestra primera parada fue la exposición Pompeya y una villa romana. Obviamente se nota que son de las exposiciones que le dejan mucho al museo (al menos en cuanto a visitantes) ya que la fila para entrar fue aproximadamente de media hora (debería haber un Flash Pass como en Six Flags). El montaje y la ambientación me pareció maravillosa aunque no me quedó muy claro el por que de la música clásica en lugar de algo más ad hoc a la Roma Antigua. La exposición está creada a la representación de una villa romana, por lo que las salas están alrededor de lo que sería el patio. Nunca van a dejar de sorprenderme la manera como manejaban el mármol y la piedra. La perfección en la representación del cuerpo, las telas absolutamente cada detalle recreado de manera conmovedora. Aunque esperaba ver algunos cuerpos petrificados (Piegra me dijo que en Barcelona la misma exposición los tenía) en realidad fue un comienzo con el pie derecho de nuestro recorrido por el arte.

Es tan práctico comenzar la visita en el MNA, de ahí uno puede caminar (con un ejército de ardillas como escolta) a la que fue nuestra segunda parada: El museo Rufino Tamayo. De la Roma Antigua pasamos a principios de los ochenta en Corea del Sur: Inconquistables. Se trata de una serie de obras surgidas a partir del movimiento de democratización de dicho país asiático. Se compone de fotografías, pinturas, dibujo, escultura, instalaciones, video y arte-objeto. “La exposición plantea un discurso que busca restaurar el valor de la crítica como recurso creativo y contemporáneo que es retomado por los artistas mediante distintas estrategias”.
“Estos artistas demuestran que la innovación, el encuentro y la ruptura constante con los lenguajes establecidos no están reñidos con el compromiso de un arte público, dijo la directora general de Patrimonio Artístico Inmueble del INBA, Alejandra Peña Gutiérrez”.

Muchas veces cuando uno se enfrenta a este tipo de arte no es necesario “entenderlo”, de alguna manera a pesar de las diferencias culturales entre ambos países, culturas, sociedades, etc. hubo un par de piezas que lograron conmoverme. Y me parece maravilloso que uno pueda exponerse a este tipo de situaciones que pueden en algún momento volverse un importante ejercicio reflexivo.

En otra de sus salas se encuentra la exposición Tierra Espiritual la que es una revisión de la colección del mismo museo a través de un punto de vista espiritual, natural y geométrico. Conjuntando pinturas, esculturas y textiles de artistas como Victor Brauner, Mathias Goeritz, Georgia O´Keeffe, Wolfgang Tillmans, María Asunción Raventós, Louise Nevelson, Antonio Tàpies, Jean Dubuffet, Wifredo Lam, Francisco Toledo, Marcelo Bonevardi. Se trata de una exposición sencilla en el sentido que es fácil de ver pero que al mismo tiempo expresa de manera tácita el sentido (al menos para mí) tribal de la exposición.
En palabras del mismo museo: “En esta revisión de la colección incluye varias obras que representan paisajes y sus múltiples obras que representan paisajes y sus múltiples formas abstractas así como materiales. También muestra varios trabajos figurativos que hacen referencia a los protagonistas de mitos y simbolismos que forman parte de tradiciones culturales no-occidentales”.

Nuestra última parada en este domingo cultural fue el Museo de Arte Moderno. Hubo dos exposiciones que realmente llamaron mi atención de manera muy especial. La primera fue la exposición “Hecho en Casa”, que de manera completamente didáctica nos muestra con 40 ejemplos (piezas), los conceptos de arte-objeto, ready made, instalaciones, intervenciones, ensambles que forman parte del arte contemporáneo en México. 
Lo que me encantó de la exposición es que en cada sala hay un texto explicando que manifestación estamos viendo. De dónde surge y como ha influenciado. Con obras como un bloque de lego hecho de bloques de lego, un cubo hecho de botones (que me piratearé para mi casa), una torre hecha de chicles, un colgante realizado con implantes mamarios, la exposición se convierte en un parque de diversiones visual.
Me parece una manera perfecta para adentrarse y conocer las nociones del arte contemporáneo de hoy.


La segunda exposición que vimos en el MAM, Las rutas de la abstracción. México 1950-1979, un espíritu de época, y a la cual debo mi aceptación del Abstraccionismo Mexicano como mi corriente favorita. Se trata de un recorrido por los 30 años que el arte abstracto influyó en nuestro país. Pasando por la arquitectura, la pintura, la escultura, diseño industrial, diseño gráfico, música y video (¿me falto alguna disciplina?) el caminar por esas sala se convierte en una extravagante explosión de colores y formas tan elocuente y actual que definitivamente hicieron que me enamorara por completo del movimiento.
Algo que me ayudó muchísimo a disfrutar esa tarde de cultura fue llevar mi iPod y poner música mientras caminaba por los pasillos de los museos. No duden en hacerlo vale la pena.


Y por favor: Coman brócoli y vayan a los museos.

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