viernes, 23 de mayo de 2008

Pristilino

Ya en camino, mirando a la gente a través de la ventana del bocho. –Demonios, ni siquiera recogí los pedazos del celular. – ¿Me harían válida la garantía?

Quería llamarte, pero definitivamente no era una posibilidad, además, no quería verme desesperado, de cualquier manera, no tenía ni la más remota idea de tu número. ¿En que momento nos volvimos tan dependientes de las agendas electrónicas?

Mientras mis “profundos” pensamientos eran interrumpidos por la monotonía de “Baby te quiero, baby te quiero”; noté un letrero escrito en el tablero del auto: “Sólo cuates”. Definitivamente el taxista no era en lo más mínimo friendly, en ningún momento hizo el intento de tener alguna absurda conversación.

Miré mi reloj, ya eran quince pasadas las doce. –Aquí está bien, yo camino. Ya estaba a escasas tres calles. Algo había en el aire, y aunque me sentía atrapado en el cliché de una canción ochentena, definitivamente podía sentir que “algo había en el aire” esa noche.

El bar jasero, en el medio de un paso peatonal del centro, de los que le debemos al godman gobierno izquierdista, estaba en el sótano de un edificio grotescamente Art déco.

-Adelante, que gusto que hayas venido. Ya nos tenías muy abandonados.

Ni siquiera me tomé la molestia de mirar a la hostess mientras levantaba la cadena para dejarme entrar, burlándome, sin querer, de todos los wanna be hip que simplemente me miraron con esa envidia que da gusto sentir.

Por alguna estúpida razón pretendí pensar que estarías ahí. Obviamente no era así.

1 comentario:

  1. 1) Sí te hacen válida la garantía si y solo si les llevas tooodos y cada uno de los circuitos y piezas, aunque sea en pedazos... NOT! :P

    2) Mejor un taxista callado que uno parlanchín, ¿no?.

    ¡mÖnster tiene todos sus deditos!
    ¡mÖnster tiene todos sus deditos!
    ¡mÖnster tiene todos sus deditos!

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