viernes, 21 de enero de 2011

Una Semana Después

Ha pasado ya una semana desde que estoy en mi nueva casa (ahora la guarida del mÖstro! está en algún lugar de la Juárez), y es extraño compartir el departamento con cuatro niños… digo cuatro personas más. Entre 18 (ya verifiqué IFE) y 26 son las edades de mis nuevos compañeros de departamento. No hay mucho en mi recámara, un closet (a home warming gift), un colchón inflable y algunas maletas con el resto de la ropa que no he tenido ánimo de desempacar.
Y aunque he tenido días buenos y días malos en general no lo paso tan mal. Eso de acostumbrarse a la soltería es extraño. Mis nuevos compañeros (Amo y Esclavo) hacen muchas cosas para hacerme sentir bien, y la verdad se los agradezco.
 La semana después de haber sido invitado a salir de mi casa, fue particularmente complicada por el hecho de que sin tener donde vivir y siendo invitado en casa de un amigo a quien viviré agradecido el resto de mi vida, no podía darme el lujo de sentirme mal, enojarme, perder los estribos; tenía que trabajar, buscar donde vivir, seguir adelante y buscar la manera de que todo lo que me estaba pasando no me afectara demasiado.
Separarse de alguien no es sencillo, cuando comienza una relación nunca se hace pensando que vaya a terminar (o al menos en mi caso). La vida cambia de un día para otro, se rompe la rutina y quedamos vulnerables ante la incertidumbre del futuro. Y uno no puede detenerse a pensar que va a pasar mañana, o el día después, lo único que nos queda es el presente, constante e imparable. Así que sólo hay de dos: o te aclimatas o te aclichingas… prefiero la primera es menos messy.
Por lo pronto hoy tengo una fiesta con nuevos amigos, una nueva vida me espera (corny alert) y aunque todavía estoy algo sentimentaloso y melancolicoso por la vida que tenía ya no… pues me tapo con mi edredón de plumas y listo. ¡A soñar otra vez!

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